02 November 2009

Niveles de actuación; el ser y el hacer, la persona y el proceso...

Comento dos frases que para mí son trascendentes y que tienen mucho impacto en mi forma de abordar muchas situaciones en el día a día.

La primera la escuché de un instructor del SEI en un curso de CMMi: "no fallan las personas, fallan los procesos".
La segunda de un amigo de quien tuve la oportunidad de acercarme, sólo un poco, al couching ontológico; la distinción entre el ser y el hacer.

Estas dos sencillas experiencias son en realidad herramientas poderosas de cara a lograr resultados personales, profesionales y organizacionales. Si bien desde el punto de vista personal el tema es particularmente profundo, me limito aquí al ámbito profesional y organizacional.

CMMi plantea un modelo de madurez organizacional y como todo modelo de madurez basado en procesos persigue la consecución de los resultados de forma independiente a las personas, a través de la definición de prácticas bien documentadas, formación y controles de calidad. En un escenario como éste; no fallan las personas, fallan los procesos!.

La segunda es una distinción básica entre dos cosas muy diferentes y que normalmente encontramos colapsadas en cada frase impune, en cada juicio emitido, cada vez que el orgullo no nos deja mejorar. El ser nos representa como individuos, lo que somos, nuestra historia, nuestro potencial, nuestros valores. El hacer habla de acciones específicas, que ocurren en un momento del tiempo.

Para ilustrar la idea que quiero transmitir, peco tal vez de mezclar un poco peras y manzanas y defino tres niveles de actuación; ser, hacer y diseñar.

Generar un resultado satisfactorio depende de haber ejecutado correctamente la acción correcta. Siendo así y dado que estamos hablando en un nivel organizacional, no sólo debemos saber ejecutar correctamente la acción prevista sino que esa acción previamente diseñada y definida también debe ser correcta. Muchos ejemplos existen de resultados no exitosos cuando se ejecutó la acción prevista, pero que no necesariamente era la indicada en esa situación. Esta realidad abre un espacio para la crítica de las prácticas y los procesos, sin que sea mezclada con la actuación de una persona que ejecutó una acción prevista y que no dio el resultado esperado. Cuestionar una práctica es posible sin que quienes la ejecutan se sientan atacados, ni quienes la cuestionan los ataquen. Esta posibilidad es la diferencia entre hacer y diseñar, dos estados de actuación posibles y necesarios que se complementan.

Todo lo anterior para el lector puede ser tan obvio como revelador, dependiendo de su experiencia. Para mí es necesario transmitir el mensaje al ver frecuentemente que profesionales se sienten atacados cuando las prácticas que ejecutan por diseño son sometidas a revisión. Son procesos que deberían promover ellos mismos y participar abiertamente para mejorar sus resultados. Una cosa es la persona, otra cosa es el proceso, es responsabilidad de cada persona comprometerse con la mejora continua de los procesos que ejecuta.

La segunda distinción se mueve más en un ámbito personal, pero que manejada correctamente facilita y mejora de forma inmediata las comunicaciones y relaciones en un plano profesional y organizacional. Cada persona debe ser valorada en su ser, como individuo, y esto no debe mezclarse con sus actuaciones en un ámbito profesional. La mayoría de las desventuras de un tradicional empleado son producto de cuestionamientos a su ser por parte de un tradicional jefe cuando los resultados en un ambiente laboral no son los esperados. Un profesional puede ser tachado de incompetente, de flojo o de irresponsable por no lograr un resultado esperado, todos estos juicios que afectan a la persona en su ser, son equivocados al no estar dirigidos a las acciones específicas que no fueron acertadas, generando un efecto contraproducente en el rendimiento y deteriorando a puntos irrecuperables las relaciones humanas. Los juicios al ser de una persona, en realidad hablan de la incompetencia de quien los emite para manejar niveles básicos de respeto y comunicación.

En un ambiente emocionalmente sano y maduro las personas comunican sus opiniones o emiten juicios en función de acciones específicas, sin afectar el ser de nadie. Abriendo el espacio para la aceptación de la crítica y el compromiso a la mejora, haciéndose cargo desde el mismo mensaje en que la persona que lo recibe es valiosa en su ser y que eso no está siendo cuesitonado.

En DBAccess estas distinciones o prácticas están planteadas en el ambiente, y su aplicación nos deja la experiencia de la alta complejidad que tiene su transmisión e implantación en un contexto de constante crecimiento. Esto es posible sólo a través de un liderazgo integral consistente en toda la organización.

El mensaje es en realidad una invitación a incorporar estas distinciones en el día a día, a través de evitar hablar impunemente colapsando los diferentes niveles de actuación.